29 Apr
29Apr

Se le deben, a la ciencia ficción, al menos dos Nobel. Al menos. Uno a Úrsula K. Le Guin, y otro al protagonista de esta clase, Ray Bradbury. Por no mencionar a Orson Scott Card. Pero la literatura, o el stablishment de la literatura, le debe a la ciencia ficción un reconocimiento, que será, por supuesto, tardío (como el de la literatura policial). 

No hay género que interpele a la humanidad y su circunstancia (entiéndase: su comportamiento, sus deseos, sus miedos, sus pecados) como la ciencia ficción. La lejanía de los mundos creados, la incomprensibilidad de las máquinas en que viajamos a través de sus páginas son un gigantesco espejo que hace a la vez de lupa, de juez, de verdugo. 

En la clase de lengua y literatura, la ciencia ficción es una perfecta maquinaria que rastrea y encuentra múltiples posibilidades de desarrollos temáticos y de producción. Este post se trata de un punto de partida de un corpus de cuatro clases, que arranca con la lectura de este cuento y su correspondiente trabajo.


Un camino a través del aire


El cuento en cuestión forma parte de la mal calificada novela Crónicas marcianas, de Ray Bradbury, de 1950. Se sitúa en la Tierra, no en Marte, en un imaginario Junio de 2003. El argumento del relato es simple: un grupo de negros, una comunidad completa, en el sur profundo de los EEUU decide irse a Marte; hay un cohete esperando y todos dejan todo lo que tienen y se van, cueste lo que cueste; los blancos, desesperados, intentan frenarlos con órdenes, con exigencias de deudas, con amenazas.

La genialidad de Bradbury en Un camino a través del aire es que al cohete nunca llegan, no sabemos cómo es, cuándo despega, qué velocidad tendrá, cuántos años va a tardar en llegar. No sabemos nada. Sin embargo, estamos ante un cuento de ciencia ficción (ésta se define por contexto: hay una máquina voladora, o un planeta lejano, o un alien, entonces es ciencia ficción), y visualizamos a través del deseo irrefrenable de los personajes a esa nave, la vemos despegar y llevárselos a todos. 

Se puede leer aquí: : https://solocienciaficcion.blogspot.com/2008/08/un-camino-travs-del-aire-cronicas.html

También se puede oír una buena versión de audiocuento aquí:

El cuento es un disparador. Un inicio. En cuatro clases se completará un desarrollo que discurrirá sobre temas sociales como la segregación racial, los derechos civiles, etc. Ahora bien, ¿de qué manera enfocar las actividades?


El famoso enfoque significativo


¿En qué consiste una actividad de aprendizaje que sea significativa? ¿Cómo se hace, cómo se logra? Actividades con este enfoque son aquellas que no demandan copiar, que no se resuelven citando de acá hasta acá. Implican pensar y realizar, con mayor o menor dificultad, síntesis e interpretación. 

Podemos realizar un listado de actividades de comprensión lectora, o sea actividades de verificación, pero también podemos intentar otra cosa. 

En este slide está mi idea:

Cada uno de los ítems demanda encontrar una palabra adecuada. No hay solo una correcta, pero se debe encontrar una que sea pertinente. Y luego justificar la elección. 

En esta imagen vemos el cuadro resuelto por Sofía:


El tópico


El ciclo que se inicia con Ray Bradbury continúa con la lectura de dos artículos y un trabajo final de escritura. En próximos posteos se compartirán. 

Mientras tanto, vaya el mejor homenaje para el genio de Illinois: tomar cualquiera de sus libros, sentarse en un cómodo sillón, y despegar.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.